sábado, 16 de abril de 2011

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Utilizar la escuela como campo de batalla para pretender solucionar diferencias políticas es un acto de irresponsabilidad grave.

Utilizarla por resentimiento y sin escrúpulos para alimentar envidias personales es un acto despreciable.

... Y consentirlo, una infamia...

"Recogeremos los escombros y empezaremos a reconstruir.
¡Otra oportunidad de aprendizaje!"

Me recuerda un amigo que el tiempo tiene la manía de acabar aclarando las cosas y poniendo a cada cual en su sitio y me recomienda la lectura de un artículo de Pablo McKinney, articulista y escritor dominicano:


LOS PRÍNCIPES DEL RESENTIMIENTO
(...) Viven presos de la envidia porque les molesta la paz, la tranquilidad espiritual, el llevarse bien con su conciencia.
Son la coprología del pueblo con “derecho” a ofender, se saben vergonzosamente impunes, no porque sean poderosos ó intocables, sino por su condición estercolera, que hace que los agraviados prefieran el silencio a detenerse a batir lo que no debe batirse porque el hedor sería mayor (...)
Son felices en la infelicidad de poder aportar algo a la desdicha de los demás. Tal vez Dios habrá de perdonarles un día. Quizás.

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